En estas últimas semanas, quizá a lo largo del último mes, me he sentido un poco a la deriva, sin saber qué atender primero, si a mí, a mi entorno; sin saber cómo hacerlo, con acción, con reflexión...como suelen decir en mi familia, he ido un poco “como pollo sin cabeza”.
Y esta es una sensación que muchas veces nos ocurre, aunque seamos personas rutinarias, organizadas, enfocadas. En ocasiones es la rutina quien nos engulle, y caminamos con la inercia de nuestras acciones pasadas, sin estar seguros de que lo que hacemos se corresponde con lo que queremos, o anhelamos. Otras veces nos sentimos tan perdidos que vivimos en la ceguera de quienes somos y cuales son nuestros recursos para salir adelante. Y con todo esto, perdemos el foco de lo que queremos hacer, de dónde queremos llegar, nos desmotivamos.
Con esta propuesta te invito a (re)enfocarte. Te propongo que respondas a tres sencillas preguntas, porque te aseguro que van a aportar luz y claridad si estas en ese momento de deriva. Y si no lo estás, puede que esta reflexión te muestre algunas cosas que te ayuden a volver a poner foco, o a transitar tu día a día con nuevos recursos.
Así que, allá vamos. Coge papel y bolígrafo y responde a estas tres preguntas:
¿Qué es aquel valor que está fuera de mí que me motiva, me ilusiona, me impulsa a ir hacia delante? MI MOTOR
¿Qué es aquel valor mío en lo que soy bueno, en lo que destaco, lo que aporto? MIS RECURSOS
¿Qué es aquello que tengo que aprender, mejorar o desarrollar? MI POTENCIAL
Estas preguntas nos sirven de ancla en esta sociedad que se mueve a una velocidad muy rápida, aquella que nos suministra ayer lo que hemos pedido hoy, que nos anima al consumo rápido, que se vuelve obsoleta cuando empezamos a entenderla.
Son preguntas poderosas, que nos ayudan a conocernos, que nos recuerdan quienes somos, que nos focalizan en lo que queremos, que nos definen.
Tus reflexiones también me nutren, y puedes compartirlas en los comentarios.
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